GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER,(ESPAÑA,1836-1870).POESÍA Y PINTURA

Gustavo Adolfo Domínguez Bastida– (España ,1836-1870)

VIDEO RIMAS  GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

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Poeta español. Es una de las figuras más importantes del romanticismo y sus Rimas supusieron el punto de partida de la poesía moderna española. Nació en Sevilla, hijo de un pintor y hermano de otro, Valeriano. También él mismo practicó la pintura, pero, después de quedarse huérfano y trasladarse a Madrid, en 1854, la abandonó para dedicarse exclusivamente a la literatura. No logró tener éxito y vivió en la pobreza, colaborando en periódicos de poca categoría. Posteriormente escribió en otros más importantes, donde publicó crónicas sociales, algunas de sus Leyendas y los ensayos costumbristas Cartas desde mi celda. Obtuvo un cargo muy bien pagado, en 1864, de censor oficial de novelas. Hacia 1867 escribió sus famosas Rimas y las preparaba para su publicación, pero con la Revolución de 1868 se perdió el manuscrito y el poeta tuvo que preparar otro, en parte de memoria. Su matrimonio, con la hija de un médico, le dio tres hijos, pero se deshizo en 1868. Bécquer, que desde 1858 estaba aquejado de una grave enfermedad, probablemente tuberculosa o venérea, se trasladó a Toledo, a casa de su hermano Valeriano. Este murió en septiembre de 1870 y el poeta el 22 de diciembre, a los treinta y cuatro años.

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Las Rimas, una colección de setenta y seis poesías, publicadas al año siguiente con el título inicial de El libro de los gorriones, poseen una cualidad esencialmente musical y una aparente sencillez que contrasta con la sonoridad un tanto hueca del estilo de sus predecesores. Formalmente son poemas breves en versos asonantes, donde el mundo aparece como un conjunto confuso de formas invisibles y átomos silenciosos cargados de posibilidades armónicas que se materializan en visión o sonido gracias a la acción del poeta que une las formas con las ideas. Se refieren a la emoción de lo vivido, al recuerdo, a experiencias convertidas en sentimientos. También aparece el amor, el desengaño, el deseo de evasión, la desesperanza y la muerte. Su pureza y humildad, junto con su engañosa sencillez, suponen la -culminación de la poesía del sentimiento y de la fantasía-, en palabras de Jorge Guillén, y como dijo Luis Cernuda: -Desempeñan en nuestra poesía moderna, un papel equivalente al de Garcilaso en nuestra poesía clásica: el de crear una nueva tradición que llega a sus descendientes.-

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Un acento poético semejante y una calidad artística nada inferior, tienen las Leyendas, título con el que se agrupan todas las narraciones en prosa de Bécquer. Se publicaron originalmente en periódicos, entre 1861 y 1863, por lo que se supone que su composición fue anterior a la mayor parte de las Rimas. Son veintidós y están escritas con un estilo vaporoso, delicado y rítmico, donde abundan las descripciones, las imágenes y las sensaciones. Revelan un aspecto importante del romanticismo literario de su autor al mostrar un interés artístico y arqueológico por la edad media, con sus templos y claustros románicos o góticos, campos sombríos y calles tenebrosas, palacios y castillos. Predomina en ellas un espíritu donde se impone lo misterioso, lo sobrenatural y mágico con historias de raíz popular en muchas ocasiones, en las que la búsqueda de lo inalcanzable suele ser su argumento central. Bécquer también escribió teatro, adaptó obras dramáticas ligeras francesas e italianas. Colaboró en una gran obra editorial, Historias de los templos de España, de la que sólo apareció un volumen, en 1864. Y en sus Cartas literarias a una mujer, de 1860-61, expone sus puntos de vista con respecto a su poesía, que para él es -estética del sentimiento.- Las Rimas y las Leyendas de Bécquer continúan editándose con regularidad y, aún hoy en día, constituyen uno de los puntos de referencia capitales de la literatura moderna española.

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FUENTE: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1452

TEXTOS

La cueva de la mora (fragmento)

» Frente al establecimiento de baños de Fitero, y sobre unas rocas cortadas a pico, a cuyos pies corre el río Alhama, se ven todavía los restos abandonados de un castillo árabe, célebre en los fastos gloriosos de la reconquista por haber sido teatro de grandes y memorables hazañas, así por parte de los que lo defendieron como de los que valerosamente clavaron sobre sus almenas el estandarte de la cruz. De los muros no quedan más que algunos ruinosos vestigios; las piedras de la atalaya han caído unas sobre otras al foso y lo han cegado por completo; en el patio de armas crecen zarzales y matas de jaramago; por todas partes adonde se vuelven los ojos no se ven más que arcos rotos, sillares oscuros y carcomidos; aquí un lienzo de barbacana, entre cuyas hendiduras nace la yedra; allí un torreón que aún se tiene en pie como por milagro; más allá los postes de argamasa con las anillas de hierro que sostenían el puente colgante. »

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Leyendas (fragmento)

» -Tenéis la color quebrada; andáis mustio y sombrío. ¿Qué os sucede? Desde aquel día, que yo siempre tendré por funesto, en que llegasteis a la fuente de los Alamos en pos de la res herida, diríase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos. Todas las mañanas tomáis la ballesta para enderezaros en solitario a la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece y volvéis pálido y fatigado al castillo, en balde busco en la bandolera los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa tan largas horas, lejos de los que más os quieren?
Mientras Iñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escaño de ébano con el cuchillo del monte.
Después de un largo silencio, el joven exclamó, como si no hubiera escuchado una palabra de su servidor: -Iñigo, tú, que eres viejo; tú, que conoces todas las guaridas del Moncayo, dime ¿has encontrado por acaso una mujer que vive entre sus rocas?
-¡Una mujer! -exclamó el montero con asombro.
-Sí -dijo el joven-; es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña… Creí poder aguantar ese secreto eternamente, pero no es ya posible. Voy, pues, a revelártelo… Tú me ayudarás a devanecer el misterio que envuelve a esa criatura que, al parecer, sólo para mí existe, pues nadie puede darme razón de ella… Desde el día en que llegué a la fuente de los Álamos y, atravesando sus aguas, recobré el ciervo que vuestra superstición hubiera dejado huir, se me llenó mi alma del deseo de la soledad. Tú no conoces el sitio. Mira: la fuente brota escondida en el seno de una peña y cae resbalando gota a gota por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen entre los céspedes, y, susurrando, se alejan por entre las arenas, y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y saltan, y huyen, y corren, unas veces con risas, otras con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el peñasco, a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmóvil superficie apenas riza el viento de la tarde. Todo allí es grande. 
»

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Olas gigantes, que os rompéis bramando, de Rimas

» Olas gigantes, que os rompéis bramando,
en las playas desiertas y remotas:
envuelto entre las sábanas de espumas,
¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán, que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas:
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad, que rompe el rayo,
y en fuego ornáis las desprendidas orlas :
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!

Llevadme, por piedad, a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria…
¡Por piedad!… ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas! »

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MIGUEL ARTECHE (CHILE,1926-2012).BIOGRAFÍA

MIGUEL ARTECHE

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Biografía

Hijo de Luis Osvaldo Salinas Adrián e Isabel Arteche Bahíllo, su infancia estuvo marcada por la «prematura muerte de su padre y la impronta imborrable de su tío sacerdote don Gonzalo Arteche Bahíllo, quien posee una importante biblioteca donde el joven Miguel inicia sus primeras lecturas poéticas, claramente influenciado por la literatura española de los Siglos de Oro y, más tarde, por la poesía» de la generación del 27.1

FUENTE: http://es.wikipedia.org

 

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Estudió en el Liceo de Los Ángeles y luego en el Instituto Nacional de Santiago. Ingresó a la carrera de derecho en la Universidad de Chile (1945-1946), pero la abandonó y más tarde viajó, becado, a estudiar literatura española en la de Madrid (1951-1953).

Comenzó a escribir poesía durante su época estudiantil, concretamente en Quintero, en las vacaciones de verano de 1945 e influenciado especialmente por Luis Cernuda.2 Cuatro años más tarde aparecerá su primer poemario, La invitación al olvido, claramente cernudiano, como el mismo Arteche ha reconocido1 (luego vendrá la influencia de Thomas Wolfe y otros). A partir de entonces y hasta su partida a España, publicará cada año un libro nuevo.

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Además de estudiar literatura, allí participará en los I y II Congresos Internacionales de Poesía (Segovia, 1952 y Salamanca, 1953), viajará por el país de sus ancestros, y también por FranciaBélgicaItalia y el norte de África, publicará, en 1953, su sexto poemario. Ese mismo año se casó con Ximena Garcés en Madrid,3 a quien había conocido en 1952 en la embajada chilena en Madrid. Pasarán la luna de miel en Ibiza y a lo largo de su unión tendrán siete hijos: Juan Miguel, Andrea, Rafael, Cristóbal, Isabel, Amparo e Ignacio.

De regreso en Chile continuó su colaboración con El Mercurio, que había comenzado en 1951, y empieza a escribir también para otros periódicos —Las Últimas Noticias y El Diario Ilustrado— y revistas como Finis TerraeAtenea yErcilla. Se desempeña como secretario de Juan Gómez Millas, rector de la Universidad de Chile (1954) y como jefe de la biblioteca y archivo de El Mercurio (1954-1964).

En 1963 reemplazó al fallecido Eduardo Barrios como miembro de la Academia Chilena de la Lengua y al año siguiente debuta como narrador con La otra orilla, que tiene «una calurosa acogida por la crítica»;4 a esta novela la seguirán otras tres y dos libros de relatos.

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ARTECHE

Bajo el gobierno democristiano de Eduardo Frei Montalva fue agregado cultural en España (1965-1970), y ese último año asumió el mismo cargo en la embajada de Chile en Honduras, país donde permaneció hasta 1971 ejerciendo al mismo tiempo como profesor visitante en la universidad.

Durante la dictadura militar, Arteche fue una de las voces críticas con el general Pinochet y fundará talleres de poesía «que consiguen forjar un segmento de libertad para el intercambio y difusión de obras literarias y de ideas (TallerAltazor de la Biblioteca Nacional y Taller Nueve de Poesía, tal vez los primeros espacios de libre circulación en el Chile de esa época)».1

El escritor, que venía firmando como Miguel Arteche y no Miguel Salinas, legalizó en 1972 la inversión de sus apellidos.

Arteche fue profesor de redacción en la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica de Chile (1983-1993) y subdirector de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos entre 1990 y 1991.

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En 1996 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile.

Tras la publicación del libro Jardín de relojes en 2002, Arteche se retiró de la literatura.5

Arteche era conocido por sus declaraciones polémicas sobre otros escritores y se le consideraba «uno de los más fuertes francotiradores de la literatura chilena». Así calificó de «peste» a la antipoesía de Nicanor Parra; dijo que Raúl Zurita no tenía oficio de poeta y como parte del jurado que dio a este el Premio Nacional, se negó a firmar el acta; al mismo galardón obtenido en 2002 por Volodia Teitelboim lo llamó El Premio Nacional de la Política.5

Con Miguel Arteche, Lanzamiento de ESCENAS DEL DERRUMBE DE OCCIDENTE

Durante sus últimos años padeció arteritis temporal. Vivía con su esposa, Ximena Cortés, en La Reina. Falleció a los 86 años de edad debido a una insuficiencia respiratoria;3 fue sepultado en el Cementerio General de Santiago.

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ALGUNOS POEMAS DE ARTECHE:

FUENTE: http://zonaliteratura.com

 

Primera madrugada

Escucha, susurrante, el tiempo de las estrellas,
la silabeante madrugada que se acerca.
Escúchate el cuerpo que tembloroso aguarda,
la llave desolada del abrazo, el trémulo contacto,
la mano que te cierra los ojos, la tierra que se abre
con ignorados frutos. ¡Levántate, dormida!
La noche final te atraviesa,
todo el mundo nos atraviesa, nos envuelve.

Mi cuerpo está en ti.
Nuestros cuerpos gimen a través de la tierra.
Muerdo el gozo del rocío y levantamos las banderas del amor
en lo alto de los edificios orgullosos.
Y en ti tomo la humedad de los bosques,
las solitarias fuentes escondidas.
Y liberto en tu sangre los ríos en esta hora de las colinas que se estremecen,
ahora que tú rasgas la noche que se aleja,
y yo surjo de ti, nutrido de tu amorosa profundidad.

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Última primavera

La luz bajaba desde la colina.
El sonido de un tren, un paso que he perdido.
Juventud, herida de otro tiempo,
te alejas soñolienta
como una verde lámpara sepultada en la noche…

Algo silencioso
estaba junto a mí. La lluvia
penetraba los techos perfumados.
Juventud, perdiste tu campana antigua,
tu yelmo mágico,
tu vara transparente.

Ésta es mi habitación. Ésta tu llama.
Éste el vestido. Ésta tu cintura.
«Tu nombre», dijiste, «se ha perdido en la sombra.
Búscalo más allá, detrás de las colinas».

Era yo el que cantaba.
Nadie ha de saciar nuestro encuentro perdido.
Me perdí en el bosque. Partiste a los canales.
La luz bajaba desde la colina.

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Amargo amor

Teje tu tela, teje de nuevo tu tela;
deja que el mes de junio azote el invierno de mi patria;
teje la tela de acero y de cemento;
junta tus hilos uno a uno, oh hermoso tejedor;
forma tu tela con fuertes lazos,
con orgullosos rastros de sueño.

Toda la tierra está en las colas del amor;
en las ciénagas del amor podridas están las manzanas.
Cada día tiene un eco, un paso, un rastro, gemido;
cada día la estancia recibe la visita del cuerpo en el lecho;
cada día hay una mano que desnuda;
cada día descansa la ropa en las sillas brillantes por el polvo.
Teje tu tela, oh hermoso tejedor;
teje los restos de los cuerpos que se unieron.

Entre tus hondos pechos de relámpagos quietos,
entre tu vientre oculto de cesto dividido,
en la cálida ráfaga que viene de tu abrazo,
fui un día tu sombra, el “cuándo” entristecido,
el “adónde” que lleva hacia una muerte cierta.
Ya moriré algún día sin preguntar qué pasa,
qué pasa entre tus hombros, en el temblor de espiga
de tu escorzo de nieve,
qué viene por los ecos que acarician tu pelo,
qué flechas encendidas acumulan tus manos,
qué enamorado encuentro ha de tocar tu beso.

No es para volver, no es para cantar
sino tu verde corazón transfigurado,
la melodiosa sombra que duerme en tus pupilas,
el afán escondido que tenía tu ausencia.

Recógeme, amor mío, con tus cálidas plumas;
recógeme y húndeme tu ternura llagada;
colócame en tu olvido, recógeme cantando.
No es para que preguntes, no es para que indagues
el sitio donde puse mi corazón hundido;
recógeme, ahora, para estar en lo ausente,
sin preguntar qué ocurre, qué pasa, por qué vuelves
tu cabeza de ausente firmamento.

Cae ahora hacia mi lado; vuelve
a dividir tu cuerpo, a derramar tu furia,
hasta que te estremezca el nombre del combate
que a muerte libraremos, esa pasión a muerte
entre tú y yo: un huracán de manos
nos hallará apretados en los dones sin término
de una tierra total.

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Canción a una muchacha ajedrecista muerta

Llueve sobre el verano del tablero.
En blanco y negro llueve sobre ti.
Nadie controla tu reloj: te espero
para jugar allí.

¿Tú mueves o yo muevo? Quién lo sabe.
Quién sabe si allá juega o juega aquí.
De pronto tu tablero es una nave
que te lleva y nos lleva hacia un jardín.

Hacia un jardín remoto de caballos
que inmóviles nos miran, y a un alfil
que negro lanza rayos, rayos, rayos,
y hace mil años que está de perfil.

Hacia un jardín remoto de tres torres
donde una dama blanca va hacia ti,
te llama a ti, y tú hacia ella corres
y no hay en ella fin.

Donde un peón ha roto ya los sellos
y te ciñe las sienes de marfil,
y un rey recoge ahora tus cabellos
para cubrir con ellos su país.

Hacia un jardín remoto al mediodía,
donde el agua se tiende en su dormir,
y ya no hay sed y nunca hay todavía
y hay un árbol de sol en el jardín.

Sólo que tú no estás. Y está la luna
cayendo interminable en el jardín
sobre las soledades de una cuna.
Y hay olor de silencio y de partir.

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Comienzo

El jardín se ha posado en mi jardín.
Toda su galaxia resplandece a medianoche.
Los árboles destellan, las flores fulgen.
Tiene el césped una tersura de nimbo.
Bajan los Transparentes
y de sus cuerpos surgen peldaños de escala.
Los Radiantes me llaman con sus cristales.
Mis años descienden en el cáliz de un instante.
Los Centelleantes me han rodeado
y me tienden sus ojos de oro.
El amor es una paloma de fuego que elevan.
Por fin llegaron.

PEDRO SALINAS – «LA RESPONSABILIDAD DEL ESCRITOR»

PEDRO SALINAS

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RESEÑA BIOGRÁFICA

Hijo de un comerciante en géneros, Pedro Salinas Elmas, y de Soledad Serrano Fernández, estudió Derecho y Filosofía y Letras. Su vida estuvo dedicada a la docencia universitaria, que comenzó como lector de español en La Sorbona desde 1914 a 1917; allí se doctoró en Letras y adquirió un gran amor por la obra de Marcel Proust, de cuyo À la recherche du temps perdu tradujo al castellano los tres primeros volúmenes.

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Se casó en 1915 con Margarita Bonmatí Botella, una alicantina natural de Santa Pola e hija de un industrial con destilerías en Argel. Salinas le escribió cada día una carta de amor y ese epistolario fue recogido en Cartas de amor a Margarita (1912–1915) por su hija Soledad Salinas; también tuvo otro hijo, Jaime Salinas, editor y escritor, que ganó el premio Comillas de biografía por su libro Travesías: Memorias (1925–1955).

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Español: Folio 74 recto del Cantar de mio Cid. (Photo credit: Wikipedia)

En 1918 Salinas consiguió una cátedra en la Universidad de Sevilla (donde tuvo como alumno a Luis Cernuda) y entre 1922 y 1923 enseñó en Cambridge; pasó luego a la de Murcia(1923–1925). En 1925 publicó una versión modernizada del Cantar de Mio Cid. En 1926 llegó a la Universidad de Madrid, donde fundó en 1932 la revista Índice Literario para dar cuenta de las novedades literarias hispanas. También escribió en Los Cuatro Vientos. Entre 1928 y 1936 fue investigador del Centro de Estudios Históricos, donde se encargó de la Sección de Literatura Moderna.

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Français : Edition tcheque de Marcel Proust, A la recherche du temps perdu Česky: České vydání knihy: Marcel Proust, Hledání ztraceného času (Photo credit: Wikipedia)

FUENTE: http://es.wikipedia.org

POEMAS DE PEDRO SALINAS:

Anoche se me ha perdido

Anoche se me ha perdido
En la arena de la playa
Un recuerdo
Dorado, viejo y menudo
Como un granito de arena.
¡Paciencia! La noche es corta.
Iré a buscarlo mañana
Pero tengo miedo de esos
Remolinos nocherniegos
Que se llevan en su grupa
¡Dios sabe adónde!, la arena
Menudita de la playa.

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Aquí, en esta orilla blanca

Aquí,
En esta orilla blanca
Del lecho donde duermes,
Estoy al borde mismo
De tu sueño. Si diera
Un paso más, caería
En sus ondas, rompiéndolo
Como un cristal. Me sube
El calor de tu sueño
Hasta el rostro. Tu hálito
Te mide la andadura
Del soñar: va despacio.
Un soplo alterno, leve,
Me entrega ese tesoro
Exactamente: el ritmo
De tu vivir soñando.
Miro. Veo la estofa
De que está hecho tu sueño.
La tienes sobre el cuerpo
Como coraza ingrávida.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves
Toda entera, desnuda,
Cuando te vas al sueño.
En la orilla se paran
Las ansias y los besos:
Esperan, ya sin prisa,
A que abriendo los ojos
Renuncies a tu ser
Invulnerable. Busco
Tu sueño. Con mi alma
Doblada sobre ti
Las miradas recorren,
Traslúcida, tu carne
Y apartan dulcemente
Las señas corporales
Por ver si hallan detrás
Las formas de tu sueño.
No lo encuentran. Y entonces
Pienso en tu sueño. Quiero
Descifrarlo. Las cifras
No sirven, no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto
Silencio de la noche,
Un soñar mío empieza
Al borde de tu cuerpo;
En él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
Hacíamos lo mismo.
No había qué buscar:
Tu sueño era mi sueño.

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Ayer te besé en los labios

Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
Rojos. Fue un beso tan corto
Que duró más que un relámpago,
Que un milagro, más.
El tiempo,
Después de dártelo
No lo quise para nada
Ya, para nada
Lo había querido antes.
Se empezó en él, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
Estoy solo con mis labios.
Los pongo
No en tu boca, no, ya no
-¿A dónde se me ha escapado?-
Los pongo
En el beso que te di
Ayer, en las bocas juntas
Del beso que se besaron.
Y dura este beso más
Que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
Ni una boca lo que beso,
Que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.

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¡Cómo me dejas que te piense!

¡Cómo me dejas que te piense!
Pensar en ti no lo hago solo, yo.
Pensar en ti es tenerte,
Como el desnudo cuerpo ante los besos,
Toda ante mí, entregada.
Siento cómo te das a mi memoria,
Cómo te rindes al pensar ardiente,
Tu gran consentimiento en la distancia.
Y más que consentir, más que entregarte,
Me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas
Recuerdos en escorzo, me haces señas
Con las delicias, vivas, del pasado,
Invitándome.
Me dices desde allá
Que hagamos lo que quiero
Unirnos al pensarte.
Y entramos por el beso que me abres,
Y pensamos en ti, los dos, yo solo.

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Cuando te marchas, qué inútil buscar

¡Cuando te marchas, qué inútil
Buscar por donde anduviste,
Seguirte!
Si has pisado por la nieve
Sería como las nubes
-Su sombra-, sin pies, sin peso
Que te marcara.
Cuando andas
No te diriges a nada
Ni hay senda que luego diga:
«Pasó por aquí.»
Tú no sales del exacto
Centro puro de ti misma:
Son los rumbos confundidos
Los que te van al encuentro.
Con la risa o con las voces
Tan blandamente
Descabalas el silencio
Que no le duele, que no
Te siente:
Se cree que sigue entero.
Si por los días te busco
O por los años
No salgo de un tiempo virgen:
Fue ese año, fue tal día,
Pero no hay señal:
No dejas huella detrás.
Y podrás negarme todo,
Negarte a todo podrás,
Porque te cortas los rastros
Y los ecos y las sombras.
Tan pura ya, tan sin pruebas
Que cuando no vivas más
Yo no sé en qué voy a ver
Que vivías,
Con todo ese blanco inmenso
Alrededor, que creaste.

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¡Cuánto rato te he mirado!

¡Cuánto rato te he mirado
Sin mirarte a ti, en la imagen
Exacta e inaccesible
Que te traiciona el espejo!
«Bésame», dices. Te beso,
Y mientras te beso pienso
En lo fríos que serán
Tus labios en el espejo.
«Toda el alma para ti»,
Murmuras, pero en el pecho
Siento un vacío que sólo
Me lo llenará ese alma
Que no me das.
El alma que se recata
Con disfraz de claridades
En tu forma del espejo.

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Dame tu libertad. No quiero tu fatiga

Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga,
No, ni tus hojas secas,
Tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí desde ti,
No desde tu cansancio
De ti. Quiero sentirla.
Tu libertad me trae,
Igual que un viento universal,
Un olor de maderas
Remotas de tus muebles,
Una bandada de visiones
Que tú veías
Cuando en el colmo de tu libertad
Cerrabas ya los ojos.
¡Qué hermosa, tú, libre y en pie!
Si tú me das tu libertad me das tus años
Blancos, limpios y agudos como dientes,
Me das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero sentirla como siente el agua
Del puerto, pensativa,
En las quillas inmóviles
El alta mar. La turbulencia sacra.
Sentirla,
Vuelo parado,
Igual que en sosegado soto
Siente la rama
Donde el ave se posa
El ardor de volar, la lucha terca
Contra las dimensiones en azul.
Descánsala hoy en mí: la gozaré
Con un temblor de hoja en que se paran
Gotas del cielo al suelo.
La quiero
Para soltarla, solamente.
No tengo cárcel para ti en mi ser.
Tu libertad te guarda para mí.
La soltaré otra vez, y por el cielo,
Por el mar, por el tiempo,
Veré cómo se marcha hacia su sino.
Si su sino soy yo, te está esperando.

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De mirarte tanto y tanto

De mirarte tanto y tanto,
De horizonte a la arena,
Despacio,
Del caracol al celaje,
Brillo a brillo, pasmo a pasmo,
Te he dado nombre; los ojos
Te lo encontraron, mirándote.
Por las noches,
Soñando que te miraba,
Al abrigo de los párpados
Maduró, sin yo saberlo,
Este nombre tan redondo
Que hoy me descendió a los labios.
Y lo dicen asombrados
De lo tarde que lo dicen.
¡Si era fatal el llamártelo!
¡Si antes de la voz, ya estaba
En el silencio tan claro!
¡Si tú has sido para mí,
Desde el día
Que mis ojos te estrenaron,
El contemplado, el constante
Contemplado!

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FUENTE: http://grandespoetasfamosos.blogspot.com.es

Luis Cernuda.Soledad,dolor,sensibilidad

Biografía de Luis Cernuda

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Por:

JUAN ANTONIO GONZÁLEZ  ROMANO

LUIS CERNUDA

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Nace en 1902 en Sevilla. Allí fue alumno de P.Salinas. Partidario de la República, se exilia en 1938. Viaja por G.Bretaña y Estados Unidos y muere en México, en 1963. Soledad, dolor, sensibilidad… son notas características de la personalidad de Cernuda. Su descontento con el mundo y su rebeldía se deben, en gran medida, a su condición de homosexual, a su conciencia de ser un marginado. Admite ser un «inadaptado». Sus principales influencias proceden de autores románticos: Keats, Hölderling, Bécquer… También de los clásicos, en especial de Garcilaso. Hay una voluntad de síntesis muy propia del 27.  Su obra se basa en el contraste entre la su anhelo de realización personal (el deseo) y los límites impuestos por el mundo que le rodea (la realidad). Es una poesía de raíz romántica. Los temas más habituales son la soledad, el deseo de un mundo habitable y, sobre todo, el amor (exaltado o insatisfecho).  Posee Cernuda un estilo muy personal, alejado de las modas. En sus inicios toca la poesía pura, el clasicismo y el Surrealismo, pero a partir de 1932 inicia un estilo personal, cada vez más sencillo (de una sencillez lúcidamente elaborada), basado en un triple rechazo:  -De los ritmos muy marcados (uso fundamental de versículos). -De la rima.  -Del lenguaje brillante y lleno de imágenes: desea acercarse al «lenguaje hablado, y el tono colo-quial» (lenguaje coloquial que esconde una profunda elaboración. Desde 1936 Cernuda reúne sus libros bajo un mismo título: La realidad y el deseo, que se va engrosando hasta su versión definitiva, en 1964. Esta obra está formada por varios ciclos:
1)Inicios: poesía pura (Perfil del aire, 1924-27; fue muy mal recibida; D.Alonso declara que aún estaba «inmaduro») y clásica garcilasiana (Égloga, elegía y oda, 1927-28)  2)Surrealismo: Un río, un amor, 1929; Los placeres prohi-bidos, 1931. 3)Su obra capital es Donde habite el olvido (1932-33), con un lengua-je ya propio; es un libro desolado y triste, tremendamente sincero. En esta línea se sitúa Invocaciones a las gracias del mundo (1934-35), que incluye el poema «Soliloquio del farero», sobre el tema de la soledad. Tres temas fundamentales en esta obra: la belleza de los cuerpos masculinos, el destino del artista, la filosofía de la soledad.  Después de la guerra continúa con su línea de depuración estilística, y trata temas como el de la patria perdida, recordada con añoranza o rechazada. Persiste su amargura. Desolación de la quimera (1956-62): es un balance
final, sin retractarse ni disculparse.  En prosa escribe Ocnos (1942) evocación de Andalucía desde la distancia y Variaciones sobre tema mexicano. También fue un crítico literario bastante agudo. Y traductor (de Hölderlin y Shakespeare).

FUENTE: http://www.los-poetas.com

 

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POEMAS DE LUIS CERNUDA

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A UN POETA MUERTO
(F.G.L.)

Así como en la roca nunca vemos
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.
Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire.

Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.

Triste sino nacer
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.

La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.

Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.

Aquí la primavera luce ahora.
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan
Tras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu
Un destello de amor ni de alto pensamiento.

Igual todo prosigue,
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.
Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.

Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.

Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.

Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.

Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.

Como leve sonido:
hoja que roza un vidrio,
agua que acaricia unas guijas,
lluvia que besa una frente juvenil;

Como rápida caricia:
pie desnudo sobre el camino,
dedos que ensayan el primer amor,
sábanas tibias sobre el cuerpo solitario;

Como fugaz deseo:
seda brillante en la luz,
esbelto adolescente entrevisto,
lágrimas por ser más que un hombre;

Como esta vida que no es mía
y sin embargo es la mía,
como este afán sin nombre
que no me pertenece y sin embargo soy yo;

Como todo aquello que de cerca o de lejos
me roza, me besa, me hiere,
tu presencia está conmigo fuera y dentro,
es mi vida misma y no es mi vida,
así como una hoja y otra hoja
son la apariencia del viento que las lleva.

Como una vela sobre el mar
resume ese azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
hasta las nubes sus olas melancólicas.

Sintiendo todavía los pulsos de ese afán,
yo, el más enamorado,
en las orillas del amor,
sin que una luz me vea
definitivamente muerto o vivo,
contemplo sus olas y quisiera anegarme,
deseando perdidamente
descender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,
hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.

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EL VIENTO Y EL ALMA

Con tal vehemencia el viento
viene del mar, que sus sones
elementales contagian
el silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas
insistente en los cristales
tocar, llorando y llamando
como perdido sin nadie.

Mas no es él quien en desvelo
te tiene, sino otra fuerza
de que tu cuerpo es hoy cárcel,
fue viento libre, y recuerda.

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CONTIGO

¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?

Poesía de Miguel Arteche Salinas

Biografía de

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MIGUEL ARTECHE SALINAS

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(Junio 4, 1926 – Julio 22, 2012)

Premio Nacional de Literatura 1996

(por Andrés Morales)

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FUENTE: http://www.los-poetas.com

 

Miguel Arteche Salinas (1) nace en Nueva Imperial (Cautín) el 4 de junio de 1926,
hijo de Luis Osvaldo Salinas Adrián e Isabel Arteche Bahillo. Realiza sus estudios
secundarios en el Liceo de Los Ángeles y en Instituto Nacional de Santiago. Cursa derecho en la Universidad de Chile (1945-1946), carrera que no finaliza, y literatura española en la Universidad de Madrid desde 1951 hasta 1953. Contrae matrimonio en la capital española en 1953 con Ximena Garcés con quien tiene siete hijos: Juan Miguel, Andrea, Rafael, Cristóbal, Isabel, Amparo e Ignacio.

Su infancia está marcada por la prematura muerte de su padre y la impronta
imborrable de su tío sacerdote don Gonzalo Arteche Bahillo, quien posee una
importante biblioteca donde el joven Arteche inicia sus primeras lecturas poéticas, claramente influenciado por la literatura española de los Siglos de Oro y, más tarde, por la poesía del grupo poético del 27. Es justamente bajo el influjo de una de las voces principales de esta generación, Luis Cernuda, en las vacaciones de 1943 en Quintero, cuando el poeta iniciará su andadura poética (2)…(sigue…

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ÚLTIMA PRIMAVERA

La luz bajaba desde la colina.
El sonido de un tren, un paso que he perdido.
Juventud, herida de otro tiempo,
te alejas soñolienta
como una verde lámpara sepultada en la noche…

Algo silencioso
estaba junto a mí. La lluvia
penetraba los techos perfumados.
Juventud, perdiste tu campana antigua,
tu yelmo mágico,
tu vara transparente.

Ésta es mi habitación. Ésta tu llama.
Éste el vestido. Ésta tu cintura.
«Tu nombre», dijiste, «se ha perdido en la sombra.
Búscalo más allá, detrás de las colinas».

Era yo el que cantaba.
Nadie ha de saciar nuestro encuentro perdido.
Me perdí en el bosque. Partiste a los canales.
La luz bajaba desde la colina.

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COMIENZO

El jardín se ha posado en mi jardín.
Toda su galaxia resplandece a medianoche.
Los árboles destellan, las flores fulgen.
Tiene el césped una tersura de nimbo.
Bajan los Transparentes
y de sus cuerpos surgen peldaños de escala.
Los Radiantes me llaman con sus cristales.
Mis años descienden en el cáliz de un instante.
Los Centelleantes me han rodeado
y me tienden sus ojos de oro.
El amor es una paloma de fuego que elevan.
Por fin llegaron.

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LA NIÑA DE LA OSCURIDAD

A mi hermana muerta

La niña de la oscuridad,
la niña que tiene el rostro en la oscuridad
de los jardines sombríos:
en donde llueve y nadie sabe
o solo sabe que la niña lleva
la mitad de su rostro,
la mitad de sus ojos:
………la niña
de la oscuridad,
volado el rostro,
el rostro en sangre que derrama
sobre las flores: la niña que me llama
sobre la lluvia que no cae,
en su mitad perdida,
en los jardines sombríos de la tierra.

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HAY HOMBRES QUE NUNCA PARTIRÁN

Hay hombres que nunca partirán,
y se les ve en los ojos,
pues uno recuerda sus ojos muchos años después de que han
partido.

Pueden estar lejanos,
pueden aparecer a medianoche
(si están muertos)
y jugar a que viven.
Pero siempre, con la desolación de su ausencia,
uno comprende que no han vivido en vano,
y que su esperanza
es la única esperanza digna de ser vivida.

Y los hombres que nunca partirán
suelen no aparecer en los periódicos,
no se habla de ellos en las radios,
su imagen no gesticula en la televisión:
no son gente importante,
no circulan entre las altas esferas.
……..Son aquellos
que aceptaron el sufrimiento
y lo hicieron suyo para la salvación de otros hombres
sin decir una sola palabra:
pero dejaron abiertos, bien abiertos sus ojos
para que nunca los olvidemos cuando ellos hayan partido.

Instituto Nacional
Instituto Nacional (Photo credit: Juan Trucha)
a educação pela pedra (ou pela pedrada?)
a educação pela pedra (ou pela pedrada?) (Photo credit: fotemas)
Español: Benjamín Vicuña Mackenna (* Santiago,...
Español: Benjamín Vicuña Mackenna (* Santiago, 25 de agosto de 1831 – † Santa Rosa de Colmo, 25 de enero de 1886) fue un destacado político e historiador chileno. Fue hijo de Pedro Félix Vicuña y de Carmen Mackenna (hija de Juan Mackenna), realizó sus estudios en el Instituto Nacional y la Universidad de Chile, graduándose de abogado en 1857. (Photo credit: Wikipedia)